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LUCHA Y ESTUDIA

El Hombre

Que en unas elecciones gane un partido o el otro es parte del juego democrático. Una opción puede ser mejor, mucho mejor o aun peor que la otra. La dignidad de un pueblo no se mide por opciones ideológicas sino por decisiones morales. Lamento que la oportunidad de mostrar y demostrar que la justicia no negocia ni anda mendigando a los poderes que amenazan en nombre de la paz, esa, ha sido repetidamente defraudada. Y si los pueblos no se avergüenzan con más frecuencia de las que deberían es simplemente por su mala conciencia que no les permite imponerse a si mismo lo que le reclaman a otros ni otorgan a otros los derechos de los que gozan quienes tiene el poder de decidir.

Nunca se puede renunciar a la justicia. Renunciar a la justicia es un acto de cobardía. Cuando se renuncia a la justicia en nombre de la paz se está legitimando la impunidad de la fuerza. Cuando después de una generación esa fuerza ya es un saco de podredumbres, la renuncia es la herencia de una tara histórica, porque a veces los golpes enseñan y cuando son demasiado fuertes dejan incapacidades de por vida. Cuando quien renuncia no es la victima que clama por verdad y justicia, sino otros compatriotas que descansan satisfechos confortables en sus casas, entonces no sólo es un acto de cobardía sino, peor, un profundo acto de egoísmo aromatizado con la podredumbre de todas las justificaciones y las pseudo autorizaciones morales.

 

Si perdonar es divino, dejemos que Dios perdone. Si perdonar también es una virtud humana, perdonemos a quienes se han arrepentido y han colaborado con la justicia. No es posible perdonar a quien nunca ha sido juzgado ni condenado y a quienes hay que rogar infructuosamente que digan dónde están los huesitos de la hija o de la madre de algún desaparecido. Cuando ni siquiera se ha juzgado a los violadores, perdonar es solo el premio que una victima masoquista entrega al sadismo y a la impunidad y un crédito a largo plazo para nuevos abusos y nuevas humillaciones.

Digo todas estas palabras duras, sin edulcorantes ni demagógicas complacencias no porque me crea mejor que nadie sino porque alguien debe atreverse a decirlo de una vez por todas: querido pueblo de Ñahuimpuquio y del Perú, no tengamos miedo de reclamar  nuestros derechos, este articulo fue inspitado en la cancion de Martina Portocarrero , una mujer nacida un  un 29 de septiembre en Nazca,Cursó estudios en el Conservatorio Nacional de Música y la Escuela de Nacional de Arte Dramático, al igual que en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, pero fue en Suiza donde se gradúo de educadora.

en una entrevista para la UNIVERCIDAD CATOLICA DE SANTA MARIA  DICE:

- Lo que yo he pasado ha sido muy doloroso- confiesa Martina. Soy una artista que ha pisado los mejores escenarios del mundo: yo he sido representante de América Latina -no solamente del Perú- para el Gran Festival Mundial de Candem; he dado conciertos junto con Viglietti, con Amparo Ochoa, con Mercedes Sosa, con los grandes de la canción latinoamericana en el exterior; he cantado en un concierto organizado por la reina Isabel al que han ido tres mujeres representando a América Latina: Omara Portuondo, Isabel Parra y yo. Y sin embargo aquí en el país no se me conoce... Para que te des cuenta la postergación de Martina en el Perú. Mis discos no se han pasado ni en las radios.

SOBRE SU EXILIO DEL PAIS DICE:

Yo no he optado por el exilio- aclara con contundencia pero sin perder la sonrisa -. Mis canciones fueron prohibidas: “Flor de retama” y “Mamacha de las Mercedes”. Se me prohibió cantar. Yo me he podido exiliar y estar mejor, pero ni me he exiliado ni he sido refugiada. Yo me he defendido con mi arte en Europa.

 y para culminar  me gustaria mucho que todos lean esta cancion y  recapaciten que hacen por cambiar nuestro pueblo , como jovenes que somos , reveldes y llenso de fuerza , fuerza con que podemos camviar de una vez por todas  esta forma de gobierno.leanlo porfavor.

                               EL HOMBRE

Yo no quiero ser el hombre que se ahoga en su llanto
, de rodillas, hecho llagas,
que se postra al tirano.
No quiero ser el verdugo que de sangre mancha al mundo,
ni arrancar corazones que buscaron la justicia
ni arrancar corazones que amaron la libertad.
Yo quiero ser como el viento que recorre continentes y
arrasar tantos males y estrellarlos contra rocas. Yo
quiero ser el hermano que da mano al caído y abrazados
férreamente vencer mundos enemigos, y abrazados férreamente
vencer mundos que oprimen. Para que vivir de engaños hermano
de palabras que segregan veneno, acciones que martirizan al
hombre tan sólo por tus caprichos dinero, tan sólo por tus
caprichos riqueza.

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